Disparar frente al reflejo

Sigo haciendo cosas malas. Melancolía experta llega al caer la noche, me conoce en los rincones, en mi naturaleza fría e inexperta. Bailaba sola en mis mediodías así durante las lluvias y las sequías.
No escribo ni recito ni suspiro. No padezco dolor, tampoco tengo alivio. Me repugna el olor del cuerpo ajeno que aparece por las noches sin que nadie lo llame. Retumba el techo con los truenos y es la furia contenida de mis ancestros que no te deja ir. Impune, nunca. Oirás voces en tu cabeza sin parecer maniático por naturaleza, ser asesino no evoca tus miedos sino tus deseos por ser recordardo como un héroe. El título que no merece. Lo arrebata. Dejando en mí ésta marca que me atravieza cual bala, rápida, fugaz y sanguinaría. Revolviendo la olla con su caldo agrío prueba su veneno incapaz de afectar a sus amigos. Avispa, avispado como suele ser cualquier felino cazador, no más que tiende a ser otro encarcelado por diversión al espectador. Si la jaula fuera tu prisión podrías salir pero las barras están arremetidas en el fondo ocre de tu corazón. Sigo haciendo cosas malas y es mi culpa.

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