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Mostrando entradas de octubre, 2015

aum

Abrirás los ojos y verás el rostro de la mujer amada, pensarás <Qué bueno nunca fue nosotros> tu boca en su frente posarás y un tierno beso le darás. Ella sin temor ni represalia vence monstruos que tu mismo creabas.

Madrugada entrante.

Descubrí los mejores versos, el llanto romántico del poeta mal hablado. Ese que jamás pude enseñarte. Enlazdo tu brazo al mío, la madrugada entrante. Sin dormir te abrí la puerta ¿Tan frágil me convertí? Tu olvido, mi condena. La única salida, la esperanza es la que traerá aquella estrella. Habían mejores pero tu entidad Me zambulle en todos los pecados. Mi mejor fue castigo fue tenerte, si es que algún día, dichosamente me llamé tuya.

La canilla que gotea

Tarde o temprano nos terminamos acostumbrando a lo simple y complejo de la vida. La canilla que gotea, la programación de fin de semana en la televisión, al ruido de las motos y la separación. Me acostumbré a lo simple y bonito, a lo dulce y amargo, la indiferencia y soledad. Rápidamente me acostumbré a cambiar sentimientos de buenos a malos. O de armonía a catástrofe. Nos acostubramos a cambiar de aire, de música, de charlas y comida. Algunos cambian por arriesgarse a más o a menos, otros por simples casualidades y la opción de cambiar no es optativa.  Cambié de lugar la cama, el sillón, las revistas y el televisor, pero los sentimientos siguen ahí. ¿No deberían ellos acostumbrarse también? Caminé un rato, para despejarme, cambiar el aire por un rato. Volví. Y salí otra vez. Pero acompañada. Cuando unimos debilidad con estupefacientes la idea vivir crece pero tiene otro sentido.

Faldas

Me acosté sobre tus rodillas, y volé. Dejame sentir tu pecho latente, otra vez. Me mareo con frecuencia, a lo sumo tres al mes. En blancas tiendas yo dormí, pensando en tu hálito palpito que me llega, suspiro. ¡Ay, si recordarte no matáse! Locamente afuera lluve y tú, eufórica, no reprimes ya más nada. Dame algo más que solo palabras, un pulso de esos que muerden frenético.

Pastilla de Miel

Al gigante miedo lo derrotas cuando por fin comprendes que no hay peor dolor que la soledad. Tu pefume camina con el viento de verano aunque no exista el calor en invierno. No pierdas tu tren y las valijas que armaste desprolijo la noche anterior. Me gusta cuando no sabés a dónde ir.                                             (2015)