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y qué quieren que diga si estaba enamorada

otra bala en el pecho, no pasan las veinte, tiro la sangre y los coágulos como siempre. no tengo miedo de perderte, mis luces siempre verdes, las heridas viven grises y acá se empaña lo que pasa triste. tengo las ganas de verte cuando era el 17, el pasado no se funde si no somos dependientes, y aun así delincuentes, jurando lealtad a un corazón que no nos pertenece. te busque en las comillas de mi ironía, rompiste mis cartas en pésima caligrafía y deseo que conserves la única fotografía, vos pura adrenalina. comi demasiadas golosinas y ahora no quiero bajar del exceso de serotonina, que me dio a entender tu compañía; que por algo entraste a mi vida. no se borra su lenguaje corporal, el eterno bronce en su mirar y el azul de nuestro malestar. añoro el olor a lo artificial, el juego previo y despertarte por roncar. el pasado se hace mío con vos y es el límite al que podemos llegar. te dedico la reminiscencia de mi perdón y que sea mea culpa asumir mi error. sea un tiempo compartido, un

en ayunas

  si fuese por mi no comería jamás, me lastiman cuando como poco o cuando como de más. no repitas los mismos platos, ponete a comer si solo das llanto. si fuese por mi vomitaría y me vuelvo a llenar. detesto mi cuerpo flaco y con kilos de más. no me gusta comer, me reprime, me quita las ganas de hablar, de vivir y de sentirme feliz. porque me dicen que como mal, lo que no es nutricional y que solo me lleno sin apreciar.  no me gusta cocinar para los demás, no me gustan las recetas que sirven para adelgazar.  no siento el gusto a las comidas del mediodía, cambie las píldoras por vitaminas. carece de mi amor entero mi estómago que cruje enfurecido de reconocerme como su dueña. me quedan pocos días, me quedan pocos días, me quedan pocos momentos de saber que lo que me mata es la comida.

María

  ¿dónde estás? han pasado años, y esta ciudad tan pequeña, tan vacía no me deja encontrarte. desde mi niñez que te pienso en silencio, cual deidad en un mundo de paganos. como la mona lisa tu rostro me genera el enigma: quién sos detrás de tu sonrisa? que haces cuando estás triste en los mediodías? por qué entre tanta tecnología en esta vida que no puedo encontrarte en ninguna fotografía?  me gustas desde que somos niñas, desde cuando mi inocencia quería ser tu amiga, te cruzaba en los recreos, imitaba tu acento en las S, usar las calzas de colores y colgarme la mochila de un hombro solo. Desde que aprendí tu cumpleaños jamás lo olvide, no necesito calendario. Quisiera poder hablarte y saber que has hecho de tu vida en todos estos años, pero no estás en facebook y tampoco en las páginas amarillas. Anhelaría ser quien te haga reír cuando tenes un día triste, quisiera encontrar un poema que te guste y dártelo con una caja de bombones. O saber de por sí si sos fanática de lo dulce. Quisi

nota al celular

no me importa lo que seas, queres agarrar una parte de mi que esta muerta. no me importa si sos lo que no quise, engranar otra mente para ocupar una cama vacía. queres cosechar frutos que nunca sembraste, no viste la vida brotar, ahogaste de lágrima las macetas. te importa más la vitrina que cuidar el jardín, queres ganar los premios y no ser participante. te gustaba vernos arder, te gustaba vernos arder, te gustaba vernos arder. te gusta ver. ver morir hectáreas, y reírse del fuego, mofándose de la angustia de los pájaros que viven encierro. su corazón se detiene, quien lo entiende, se funde con la tierra el sonido pertinente. se inunda el pedazo de tierra que reclamaste, los ríos desbordantes atomizan las calles.    flamantes campeones que nadie pidió, ingredientes inspirados para no dejar sabor. el viejo recita “cosechas lo que siembras” y agarras la pala pero no tienes plata.