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Mostrando entradas de abril, 2018

Ajena Luciérnaga

No suenan canciones alegres, no es suerte del trece ni la desgracia de su nombrar. Tiré el cigarro por el balcón y antes de caer ya estaba muerto. No creía ni la eternidad del amor ni en la luz de las luciérnagas, todo desprendía el mismo olor repugnante de la sabiduría hedonista. Mis placeres se rendían nuevamente al cautiverio de los sábados y martes de feria. ¿Quién toca la puerta? La tormenta e inunda el patio, la terraza y el balcón. Estoy sola cacareando las mismas frases fatídicas de hace diez años. A la misma luz clara que nutre mi piel la apago para dormir gracias a un sistema de cableados que puede manejar cualquier Ernesto que nunca llegó a cursar el último año del ciclo básico, mas para mí sigue siendo inconsciente el movimiento de circuitos que rondan mi cerebro. Para hacerlo más ágil límito su crecimiento a base de malos alimentos y pura nicotina recreativa. El fallecimiento de mis neuronas y la posición derecha que jamás podré alcanzar. Si tan sólo fuera un nítido sueño

Tercer piso por escalera

Si es cien para los amigos, a mi me deben diez. Creo en la sutileza de los aciertos cuando no esperas la maravillosa entrada del buen creer. El creer olvidado, el que dejó un sabor amargo como el del café sin un vaso de agua fría a su lado. La garganta seca, el piso mojado y el mozo que no llega con la cuenta que afirman ser los mismos setenta pesos del cartel de afuera. ¿A dónde se encontraba mi fiel creencia de que el sol fuerte en día de invierno vale más que seis del verano? Sábados en la mañana de cualquier agosto, suena a lo lejos en la tele, un aviso con un jingle pegadizo y los demás reclames del doce. Si entrecierro los ojos me transporto al mil novecientos noventa y ocho y vuelvo a mi inocencia celeste, a las siestas en la cama de mamá y papá, los juguetes en el piso, a la abuela que apenas conocí y el nuevo bebé en camino que desconocía su nombre. El sol entra por la ventana alta del apartamento en el tercer piso, las cortinas blancas tapan tiernamente la creciente humedad,