Entradas

Mostrando entradas de julio, 2017

Corriendo con los pájaros los días nublados

Lo más parecido que tengo a Greta Garbo es la manera de volvernos ermitañas y ver poco la luz del sol. Pero ella lo hizo mejor, mucho mejor, lo hizo en un apartamento enorme de Nueva York. En cambio, ¿qué tengo yo? Una ventana que es una puerta cuya persiana está rota y no puedo ver más el mar. No me repitan la misma frase de siempre de que tengo que ordenar mi cuarto para ordenar mi vida. Lo hice varias veces en el mes y no vi ningún resultado. La mentira más grande que vi, sentimentalmente hablando, lo de la higiene viene después. No crean todo lo que leen, se van a perder agonizando un final que no existe. Habrá que decir adiós a los planes más deseados para empezar otros. Soñé con dos casas, y en ambas escapaba de ellas trepando hasta el techo, atravesando recovecos, barras de hierro y escapar hacía el mundo exterior. Pero en ambos casos, lo lograba sintiéndome terriblemente mal; como si fuera algo malo abandonar una casa enorme dónde alguien me quiere asesinar, sí, eso pasaba. La

Recordatorio

Cuaderno nuevo, lápiz gris, joyas por ideas. Cantinero, sirvame otro vaso de ésto, bueno. Caminones entre mis pasos, pasean. Cualquier cosa llamá si no llegás, amiga. Libros descuadernados en el piso. Luz que demora en prenderse. Luciendo gris el cielo, hay tormenta. Licuado de frutilla sin azúcar. Es obra del mismo Satanás la lotería. Encuadernar pensamientos te calma a veces. Ensillar el caballo no evita que se escape. Espléndido es que lo más simple sea el cielo. Amaría más tenerte por las noches. Arranco seguido las hojas de mi diario. Arrugo mi sonrisa para así no llorar. Amo mirar tus ojos empañados de placer.

Quimera

¡Ah, es verdad! Lo que sueño puede hacerse realidad. Me gustaba más cuando no sabía la verdad. ¿Y en qué se manifiesta tu voluntad? El pleito eterno de lo que significa amar. ¿Quién está cautivo en tu pensamiento idílico? Tal vez seas tú mismo. Irónicamente vos no estás durmiendo y  aclamás estar somnoliento. Puede que sea el brebaje mental de nuestros cuerpos. ¿Quién soy yo? me digo A partir de éste momento, me borro del mapa de  la tecnología y le doy cátedra a las cartas que  sangran con la mano amiga. Millones de pensamientos se cruzan como hormigas, y ninguno parece solucionar  mi dilema: no deseo la vida, no deseo la muerte, sólo deseo que mi existencia se borrase de todas las mentes de los  seres pensantes y que no exista tal misericordia para mi alma enferma. Los ángeles no cuidan a los pobres, Dios recortó sus gastos en el séptimo día. Los famélicos cantos de mi alma tiemblan al nombrarte, Eterno. No sabrás nunca lo que siento, y lo que su

Luxemburgo

En mi Santo poder de romper tu estado de ánimo más rápido que una bala-mala, me refiero a tí como creador supremo de fé, dando vueltas en las charlas como un carousel. Me miento y me miro en el espejo, los botones de mi alma no están rotos, están hundidos por tanto palo que le dí, como control remoto que falla, dale dos cachetadas y probá si apaga. No me rindo fácil pero creo que sí, los animales son amigos del hombre bueno hasta que éste se aburra los coma y en jerarquía de falsa belleza los cuelgue en la pared. ¡Y qué premio! La mujer sumisa en su papel de princesa, en la fotografía no aparece porque se quedó armando la mesa, para que los hombres más grandes puedan degustar los platos desbordantes, y criticar su sabor después, en el nombre del buen arte de comer, ¡y ella en con un estómago que ruge desde del primer año de vida, espera sentada tranquila a que le llegue la sopa fría!. En un rencor tan abierto como cautivo se incerta mi duda de órden idílico; ¿por qué todavía tengo que

Ceniza roja

Ceniza roja, paisaje de un sueño de un hombre adinerado. Las grietas de cada corazón amanerado. ¿Es la sombra nuestro espejo más odiado? Los laberintos del alma en dónde se pierden los grises cables a la cordura deseada. No somos más que una gota en un océano de nada, que baña las playas de un Ser que odia el agua. Enfermeras con ojeras y la boca sedeinta me pregunta si antes de llegar consumí anfetaminas. Desconozco la sonrisa falsa de un doctor aplicado, porque ya me han dicho los expertos, que las mátices de mi miedo provienen de los abusos ejecutados por la negligencia de mi autoestima. Me quise suicidar a los diez años, estaba por abrir una botella de agua que contenía veneno. Y era porque mi madre se iba de vacaciones sola después de años. Mi reflejo ególatra delata mis intenciones con las personas, no sé querer, sé tener y si no lo tengo, entonces no lo quiero. No hay forma de crecer al límite de los miedos, pero no hay mejor salida que la de romper espejos. Sentarse