Quimera

¡Ah, es verdad!
Lo que sueño puede
hacerse realidad.
Me gustaba más cuando
no sabía la verdad.
¿Y en qué se manifiesta
tu voluntad?
El pleito eterno de lo
que significa amar.
¿Quién está cautivo en
tu pensamiento idílico?
Tal vez seas tú mismo.
Irónicamente vos no
estás durmiendo y 
aclamás estar somnoliento.
Puede que sea el brebaje
mental de nuestros cuerpos.
¿Quién soy yo? me digo
A partir de éste momento,
me borro del mapa de 
la tecnología y le doy
cátedra a las cartas que 
sangran con la mano amiga.
Millones de pensamientos
se cruzan como hormigas,
y ninguno parece solucionar 
mi dilema: no deseo la vida,
no deseo la muerte, sólo
deseo que mi existencia se borrase
de todas las mentes de los 
seres pensantes y que no exista
tal misericordia para mi alma
enferma. Los ángeles no cuidan
a los pobres, Dios recortó sus
gastos en el séptimo día. Los
famélicos cantos de mi alma
tiemblan al nombrarte, Eterno.
No sabrás nunca lo que siento,
y lo que sueño, sólo lo verás
en éstos textos.
Amado mío, me despido.
Con una cruz en la mano, y
empapada de perfume de olivo.
Espero que me recuerdes
como un hálito de pasión 
que reviva cada vez que
sientas el aliento de la mujer
que amas. No era yo, lo sabías.
Contingencia es mi 
nueva palabra favorita, 
y es la clave para 
describirme a mí misma.
No sabrás nunca cómo me sentí
aquel día, mi rostro como
nuestro amor nunca vieron
la luz nutritiva del sol.
Me recordarás como la brisa de
un día gris en primavera,
como los peldaños de rencor
que intentaste borrar, como
los pasillos oscuros de 
la supuesta maternidad. 
Seré más que un mito, seré tuya,
eterna, para siempre, como tu Quimera.

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