Ceniza roja

Ceniza roja, paisaje de un sueño de un hombre adinerado.
Las grietas de cada corazón amanerado.
¿Es la sombra nuestro espejo más odiado?
Los laberintos del alma en dónde se pierden los grises cables a la cordura deseada.
No somos más que una gota en un océano de nada, que baña las playas
de un Ser que odia el agua.
Enfermeras con ojeras y la boca sedeinta me pregunta si antes de llegar consumí anfetaminas. Desconozco la sonrisa falsa de un doctor
aplicado, porque ya me han dicho los expertos, que las mátices de mi miedo provienen de los abusos ejecutados por la negligencia de mi autoestima.
Me quise suicidar a los diez años, estaba por abrir una botella de agua que contenía veneno. Y era porque mi madre se iba de vacaciones sola después de años.
Mi reflejo ególatra delata mis intenciones con las personas, no sé querer, sé tener y si no lo tengo, entonces no lo quiero.
No hay forma de crecer al límite de los miedos, pero no hay mejor salida que la de romper espejos.
Sentarse a relexionar no es lo mío, lo hago todo el tiempo, sobretodo cuando te miro.
El rechazo forma parte de nuestra existencia, entonces no llores, si el amor de tu vida no es más que un grano de arena.
¿Quién es el que toca la puerta y al abrirle sólo entra el viento?
¿Quién es tan gracioso para construir y huir antes de ser habitable?
No conozco ser más vil como el que vive sin alma y aun así puede reír. Tal vez me le parezco, tal vez es a mí todo lo opuesto.

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