Faldas

Me acosté sobre tus rodillas, y volé.
Dejame sentir tu pecho latente, otra vez.
Me mareo con frecuencia, a lo sumo tres al mes.
En blancas tiendas yo dormí, pensando en tu hálito palpito que me llega, suspiro.
¡Ay, si recordarte no matáse!
Locamente afuera lluve y tú, eufórica, no reprimes ya más nada.
Dame algo más que solo palabras, un pulso de esos que muerden frenético.

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