Madrugada entrante.

Descubrí los mejores versos,
el llanto romántico del poeta mal hablado.
Ese que jamás pude enseñarte.
Enlazdo tu brazo al mío, la madrugada entrante.
Sin dormir te abrí la puerta
¿Tan frágil me convertí?
Tu olvido, mi condena.
La única salida,
la esperanza
es la que traerá aquella estrella.
Habían mejores pero tu entidad
Me zambulle en todos los pecados.
Mi mejor fue castigo fue tenerte,
si es que algún día,
dichosamente me llamé tuya.

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