Cosas que pasan en el mundo onírico y lo narro como una carta

El sueño empieza que me dejabas por mensaje de texto.
Me decías que hace dos semanas esperabas mi llamada y yo no daba señales de vida. Repetías lo cansado que estabas de mí, pero de todas maneras ibas a llamarme, así que no tenía que estar muy lejos del celular. Tenía que estar atenta.
Pero estaba en una fiesta, enorme, masiva, una gran y tumultosa-odiosa fiesta de electrónica en un lugar oscuro, escondido y tenebroso. Donde las luces eran rojas, y la gente se vestía colorida. No conocía a nadie, pero aun así, perdida y sola comencé a hablar con un chico rubio de ojos claros, petizo, gordito, retacón, pelo corto que era uno de los DJ emergentes del momento. No me dijo su nombre, me dijo su apodo que era SIETE, entonces automáticamente hice lo que haría concientemente; burlarme de su apodo. "Ah, entonces yo soy el número ocho y el culo te abrocho" por supuesto que no le hace gracia y la arreglo diciendo que como mi nombre es Vania se puede hacer el chiste fonético de Vania se baña en la bañera por ende tengo todo el derecho a burlarme de su apodo.
Al rato comienza una pelea freestyle entre los DJs del baile y SIETE es uno de los que participa, la gente lo celebra, y yo lo miro fijo, a él y a su contrincante, y sólo puedo pensar en lo mucho te extraño, que desearía que esa pelea sea de rap, y éste vos ahí, rompiendo culos como habitualmente haces.
Me voy de la fiesta, me voy a buscarte, pero te convertiste en un caballero negro de armadura completa arriba de su caballo que le hace juego. Ya no se te ve el rostro sino que lo tapa un casco, horrible medieval. Sólo decís que no hay vuelta atrás y te vas. En realidad se ve como la escena de Mufasa le dice a Simba que tiene que recordar quién es y bla-bla-bla, la imagen de Mufasa se mezcla con las nubes y hace un efecto dramático pero en el caso de mi sueño era más en tonos de negro a violeta, con toque más psicodélico.
Me transporto hasta la casa de SIETE, precisamente estoy en su cuarto. Pero llega y me dice que me tengo que ir, porque él en realidad tiene dieciséis años y vive con sus padres, y ellos no aceptan mi presencia en su casa. Horrorizada y avergonzada me voy.

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