A puerta abierta

La puerta cierra sola.
No obstante creo que es mejor el reojo preventivo que una firmeza ciega. Vivo en un hoyo que yo misma hice, y eso que jamás me sentí hábil con cualquier cosa que pueda crear con mis manos. Aun sí puedo levantar la mano y decir que he hecho el amor más de una vez. La ligera duda del no estar y estar para siempre se desprende cada segundo de mí y así de la misma manera me dejo abanicar por el ventilador parado un metro de mí.
Las cartas que escribo ya no las envío a mi destinatario original, llegan cautivas a su remitente que es mi reflejo envuelto en un par de sábanas y sin dormir. Mis puertas no cierran solas, son procesos de hacer fuerza, de que no se cierren de un sólo golpe, de elegir mejores cerraduras, y a veces no las cierro, las dejo entornadas, no sea cosa que quieras visitarme por la madrugada.

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