No son plegarias, es nostalgia

El día traduce mi interior: nubes negras, precipitaciones e inestabilidad, vientos huracanados, desmejorando a la noche.
Domingo, sí, domingo.
Habría que haber nacido en el siglo dieciocho o diecinueve porque para escribir nada te detiene.
No, simplemente así, camino sola, lo que me marea son mis propias lluvias y no puedo escribir prosa mientras delirio paseando por los pasillos del barrio Pocitos.
Hambruna solitaria, nauseas cognitivas, habrá quién nos llame de pasada pero sólo mi perra es la que ladra.
De mil vueltas que me di recuerdo tres y de esas tres no las cuento porque obsesionada estaba con el punto fijo.
Tormenta en la tarde de un domingo que a mi me da lo mismo, ya que no tengo que sentir alivio.
Tendría que haber engañado que jugar limpio para luego ser descarte y desechar mis chances porque el intento de triunfar fue nulo, fue en vano.

Comentarios