La Dominguera

No sé por qué aún sigo despierta. No es un fin de semana común pero tampoco es diferente a los demás. Los domingos siguen siendo deprimentes. No importa el día. Pero si pudiera haría lo imposible para que no lo fueran, pero se que van a seguir siendo, es algo universal. Son de esas cosas que querés cambiar pero por más que quieras, por más cuantas cosas que hagas, por más risas compartidas, por más lágrimas derramadas, por más gritos de alegría o de furia, por más besos que des, los domingos siempre en cualquier momento, en cualquier segundo, vas a terminar diciendo con una voz un  poco amargada: "Es domingo". Escribiría tanto sobre el domingo, es el día que más odiamos pero en sí, creo que es el que más recordamos. Es decir, lo clásico del domingo es pasarlo en familia, juntarse en la casa de algún familiar y hablar sobre los acontecimientos que pasaron en la semana. Siempre hay alguna que otra discusión que termina en un silencio incomodo, pero por un par de segundos. No obstante creo que, en nuestra infancia mucho de nuestros recuerdos en familia fueron en un domingo. Los juegos con los primos, la comida, las charlas que vos no entendías, el perro o gato de la casa donde estabas, etcétera. Los domingos en sí, son los días en que más sentimientos nos surgen. Es decir que, recordás lo que sentiste la noche anterior sea bueno o malo, la resaca, lo que viviste en la semana, lo que va a pasar en la que sigue, cosas imposibles, cosas posibles, etcétera. Los domingos son reflexivos, son los días que en las mañanas querés despertar al lado de la persona que querés, entre otras cosas románticas.
En fin, ¿qué sería de nosotros sin los domingos?


[Fue escrito hace mucho tiempo, que no recuerdo la fecha exacta]

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