Alfombra animal print

Lloré hasta tener un ataque de pánico. Una hora. Una puta hora llorando.
Uno no le teme a las palabras hasta que alguien las mezcla, les da otro sentido y nos hace caer despedazados al suelo, cual si fueramos nada.
Hace años que no lloraba tan fuerte y tan intenso.
Caí en el suelo llorando, como chica de quince que agoniza porque el chico de sus sueños no la acompañó al baile de graduación.
Las alfombras me protegieron del piso frío. Una de ellas era de lana y la otra de animal print.
No hemos hablando por horas, ni un mensaje, nada.
Siempre creí que esas cosas eran simples exageraciones hormonales, y que en realidad era todo una farsa, para llamar la antención.
Me di cuenta que no. No todo es lo que parece.
Aún no estoy lista para hacer la famosa "llamada de reconciliación" de esas que pasan en cualquier estúpida pelea idiota que a la media hora o menos nos hace llamar a la otra persona y hablar sobre el tema un rato, para luego irse por las ramas y terminar a las carcajadas. Supongo que he de esperar
Hasta que aún pueda enfrarme a leer el mensaje que derramó el vaso.
Aún tengo lagrimas en el lagrimal.
Hasta el momento no acepto llamadas ni nada.
Una película me llama y es tiempo dejar todo atrás

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