Invernar

Cuando se alejen las gélidas noches y sol amamante con su calor la tierra, saldré. La ventana empañada delata todo lo que dijiste a media mañana. Todavía no voy a salir. Escucho rugir la gotera del baño al fondo a la derecha. ¿Quién me desviste así, con la luz tan estrecha? Nuestra inseguridad pasional es un lujo que sólo nosotros nos sabemos dar. Pero me he quedado apretada en la situación y no he tenido deseos de manisfestarme al ritmo de ningún tambor. Te haré cumplidos que rechazarás y sé qué yo haría lo mismo si estuviese en tu lugar. Del bien vienen aquellas dudas que tuve que animarme a preguntar; ¿nos merecemos lo que en realidad venimos buscando?
Mudo, inmóvil, mirás para ambos lados y no encontrás ningún cómplice, los pequeños monstruos que te susurran qué decir, están durmiendo.
No estoy en la penumbra, la luz bien sabe llegar al rincón donde estoy. Vivo en el paraíso dónde van todas los pares de medias perdidos. ¡Y por un susto te vas! ¡Otra alma te va llorar!
Al calor que da la frazada me escabullo, chiquitita y me brillan los ojitos al mirar la ventana cómo refleja la luz de la estufa. Hoy no hay dilema con el orgullo. Todavía frágil de piernas, no me he atrevido a salir por la puerta.

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